
Si bien el Cyberbullying no es un problema originado por los avances tecnológicos, es indudable que el uso de las TICs profundiza y potencia sus alcances y los daños provocados a terceros ya que se constituyen en formas de violencia indirectas que dañan profundamente la personalidad de los jóvenes, generando una perturbación psicológica quizás mayor que en un enfrentamiento cara a cara: las publicaciones en Internet permiten una humillación constante y una gran exposición pública que trae daños irremediables.
Por ello es fundamental tener siempre presente que hay que pensar antes de publicar: uno pierde el control de lo que publica en la Web y de los efectos que ello puede tener. No hay tecnología mala, sino usos malos de la tecnología. También es importante dialogar, contar lo que nos pasa o le pasa a otros para poder prevenir males mayores.
La única respuesta frente a esta amenaza es educativa, pero no alcanza con enseñarle a los chicos a usar críticamente las TICs y con brindarles herramientas para que puedan desarrollar pautas de autocuidado. El problema es más de fondo en este caso: lo que se necesita es una educación rica en valores, en pautas de convivencia y respeto mutuo, tanto en la escuela como en casa. Si apostamos a la educación, padres, escuela, medios de comunicación y políticas públicas, podemos transformar el mundo a través de los chicos.
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